
El término homeopatía se origina de las ideas de Christian Friedrich Samuel Hahnemann (1775-1843), un médico alemán que afirmaba que la medicina tradicional causaba más sufrimiento que beneficio al paciente; Hahnemann confirmó su hipótesis de que una sustancia que provoca en un sujeto sano un conjunto de síntomas es capaz de curar, a dosis muy bajas, síntomas semejantes en una persona enferma (una sustancia puede curar los síntomas de una enfermedad semejante a los síntomas que esta sustancia puede provocar en una persona sana). De esta forma y tras varios años de estudio y de experimentación clínica, Hahnemann desarrolló este método terapéutico que llamó Homeopatía (del griego homeios= semejante y pathos= enfermedad) y que se puede resumir de la siguiente forma:
«La Homeopatía es un método terapéutico que consiste en dar al paciente, como medicamento, y a dosis muy bajas (inifinitesimales), la sustancia que provocaría los mismos síntomas (o una enfermedad semejante) en un sujeto sano a dosis altas».
En términos generales un medicamento homeopático es una sustancia de origen vegetal, animal o mineral que se somete a un cuidadosísimo proceso de dilución y de dinamización, posteriormente las diluciones se realizan siguiendo unas pautas predeterminadas en las farmacopeas homeopáticas y se denominan también potencias.
Hay tres tipos principales de diluciones o potencias:
Centesimales cuyo símbolo es = CH, decimales con símbolos = DH ó D y Korsakovianas = K. En todos los tipos hay diluciones bajas, medias, altas y son apropiadas para los distintos casos que se presentan, agudos, crónicos, recientes o no, etc.
La homotoxicología, desarrollada por el Dr. Reckeweg en los años 40, es una ciencia que estudia las enfermedades y el tratamiento biológico de las mismas, partiendo de los principios fundamentales de la homeopatía.
La homotoxicología considera las enfermedades como procesos naturales de defensa del organismo contra las sustancias causantes de la enfermedad, las llamadas homotoxinas. Esta defensa del organismo se manifiesta en forma de diversas afecciones, como por ejemplo, fiebre, diarrea, inflamaciones e incluso enfermedades que suponen un riesgo para la vida. Para estimular las defensas del organismo frente a las homotoxinas, el médico prescribe a sus pacientes medicamentos biológicos, denominados antihomotóxicos por Reckeweg.
